lunes, 14 de abril de 2008

¿Cómo es la gente en Bogotá, cómo es la gente fuera de ella?


Si bien este blog está dedicado principalmente a Bogotá, como capital de Colombia, en esta oportunidad es necesario remitirme a otro espacio diferente, una ciudad menos poblada y más rural.

Salir de Bogotá, ya sea por cuestiones de trabajo o paseo es una opción para respirar otro aire. Tunja, ciudad dentro del departamento de Cundinamarca es un lugar que a mi parecer resulta amena, grata y con una magia especial.

Sí, la arquitectura es hermosa, muy estilo colonial desde sus casas hasta sus calles. Sí, un pueblo pequeño pero donde toca transportarse en taxi o en bus, es decir, que no es tan pequeño como la pintan. Y aunque en Boyacá dicen que siempre hace frío pues Tunja no se queda atrás, sin embargo, como me dijeron algunos de sus habitantes “últimamente no hace frío, más bien hace mucho calor…de pronto es el cambio climático a nivel global”.

El tema relevante en esta ocasión no es salir de Bogotá, tampoco la arquitectura y menos un paralelo climático (digamos que ese eran tan sólo un bosquejo de contexto) pues lo realmente relevante en este texto es la gran diferencia que se siente al ser bien tratado.

Tal y como suena el asunto se torna complejo, alguien que viva en Bogotá estará ya acostumbrado(a) a caras serias, palabras secas, saludos cortos y cierta inseguridad constante entre la muchedumbre. Pero yo, que salí de la capital por un tiempo noté algo que fue extraño: la gente era amable y no dudaba de serlo. Una sonrisa era el recibimiento y si no, era un saludo lleno de respeto mutuo. No les daba miedo sentarse a hablar con uno en la calle, y menos en un ascensor.

Eso me hace pensar que la gente que vive en la gran ciudad y la gente que vive en otros lugares de Colombia son diferentes (obviamente) pero por cómo influye la sociedad en nosotros. Si estamos en la gran ciudad somos seres totalmente individualistas, cerrados, serios y hasta intolerantes, ¿por qué? Sucede que estamos bombardeados por muchas razones que nos hacen ser así:

  1. Rodeados de una costumbre materialista y consumista que nos aleja del sentido humano.
  2. Inseguros por creer que cualquiera nos puede robar en cualquier lugar y momento generando desconfianza y algo de delirio constante.
  3. Ritmos de vida acelerados que nos hacen olvidarnos de que fuera de nosotros también hay otros mundos andando.
  4. La indiferencia frente a los hechos de los demás, sean positivos o negativos.

Sé que estoy generalizando, pero es lo que se ve todos lo días. En cambio, saliendo de Bogotá el panorama cambia y se despeja. En Tunja, por ejemplo, siempre me topé con personas amables, dispuestas a ubicarme dentro de su ciudad, entregadas a atenderme bien y sobre todo con una calidad humana que era refrescante.

Me atreví a preguntar a un residente de Tunja que por qué solían ser tan amables con el resto de personas, y él me respondió que la vida que se lleva allá es más tranquila, se corren menos riesgos y además, la gente disfruta vivir, por eso se les nota hasta en un saludo. No sé hasta qué punto tenga razón, pero lo que por experiencia vi me dejó impresionada.

Aún no sé que piensen ustedes señores lectores y damas, pero deseo saber su opinión por que la situación de verdad me ha puesto a pensar.

¿Usted se ha puesto a pensar cómo es la gente en Bogotá…?



*Las fotos publicadas son de la ciudad de Tunja.